sábado, 19 de noviembre de 2011

Meto el euro del cafe que me gustaría tomarme y no me tomo en una hucha de cuando era pequeña, quizás así pueda comprarme la impresora que necesito algún día, pero cada vez que reuno algo decente tengo que abrirla para pagar una factura a la que mi sueldo no alcanza.
Siempre voy por carretera a todas partes, paso de las autopistas, porque son unos timadores, porque al final no ahorro tanto tiempo y gasto muchísima gasolina al correr para intentar amortiguar lo que he pagado de peaje, y aunque este muerta y cansada y deseando llegar a casa, cojo la nacional porque así no me siento tan culpable.
Remiendo la ropa, porque si meto más cosas en mi armario reventará, porque aún teniendo ropa nueva me cuesta tirar la vieja que tantos años me ha protegido del frío y de miradas críticas.
Nos sentamos en unos sofas horrorosos, a veces incluso me quedo dormida... y las tablas se me clavan por todo el cuerpo, y siempre tengo miedo de que rompa cuando me dejo caer al final del día. Creo que son los peores sofas en los que he estado...
La bendita ayuda para la vivienda concedida desde hace más de medio año no llega y empiezo a creer que nunca llegará. Y al final de mi sueldo sigue sobrando mucho mes.
Ya no sé si la crisis me ha cambiado o si siempre he sido así, ni si realmente necesito esas cosas, o tomar estas medidas de ahorro ahorro y ahorro. Creo que quien necesita un reinicio soy yo misma.
ni cinco minutos antes, ni cinco minutos después. aquí y ahora.